EL RINCONCILLO. CASA FUNDADA EN 1670.
Ya se sabe que me gusta dibujar el interior de las tabernas.
Huelen a viejo. A vino. A chacina.
Y retratar a los que las frecuentan. Parecen haber estado siempre allí.
Tipos solitarios con cara de pocos amigos que miran hacia abajo y tienen la cabeza yo no sé dónde.
Que se con-funden con el entorno, o el entorno se con-funde con ellos. Que adoptan el aspecto del lugar que ocupan. Como los camaleones.
Cuando dibujo en las tabernas no distingo continente y contenido.
Personas, paredes, muebles, objetos tienen la misma apariencia: Antiguallas.
No pueden ser lo uno sin lo otro.
Son dibujos de mucho zen, si, estoy de acuerdo con ambos dos! Gracias mozos!
Es como una escena mántrica en donde la repetición de líneas y ángulos, sustituyen a las sílabas y el monocromo te dirige hacia la liberación de no buscar nada relevante, solo hombres con-fundidos y camaleónicos.
Hay una cosa que busco a veces en mis dibujos, una especie de efecto de tejido, quizá reminiscencia de una época en que estuvo muy colgado de la caligrafía, los manuscritos y los libros antiguos. Por eso me gusta especialmente este dibujo, por esa especie de efecto de trama repetitiva y un poco hipnótica, continua pero irregular, todo moviéndose (con ese ritmillo… 🙂